martes, 16 de diciembre de 2008

Balances

En primer lugar, quiero agradecer a aquellas personas que me escriben: en los comentarios, en un anónimo email, etc. Si no fuera porque recibo ese feedback, no seguiría en esto de contar las cosas que me suceden y, más aún, las que no suceden sino que inundan mi mente.

decrease_300

Pues bien, estamos a un par de semanas de que termine el 2008 y como en todo, es hora de balances. Empezaré al revés y le daré un nombre a este año: Trial and Error (ensayo y error). Sí, este año me atreví a probar, aunque el saldo haya sido equivocarme casi todas (si es que no todas) las veces.

Familia
Nada nuevo que contar. Hace algunos años que vivo solo y desde que esto es así he visitado a mis padres religiosamente todos los fines de semana. Este año fue igual, la comunicación sigue siendo la misma, ni muy buena ni muy mala y no hay novedades que destacar este año.

Trabajo
Llevo 6 años trabajando en el mismo sitio. Con tanto tiempo, el lugar de trabajo se convirtió en mi segundo "lugar seguro", después de mi departamento. Pero este año sí hubo novedades. Este año me atreví a marcar límites y dejar de asentir a todo. Por fin logré defender mis principios (los laborales, claro está) y eso me ha traido más de un problema. A estas alturas ya hay tres personas que me han quitado el saludo incluso porque algo que hice o dije no les pareció. Allá ellos, tengo mi conciencia tranquila y no tengo nada de que arrepentirme. Quizás estaban demasiado acostumbrados al antiguo yo, al que asentía a todo y callaba para no dar a conocer su opinión. A mi me gusta la franqueza, la verdad y detesto los grupillos y la defensa insostenible de la mediocridad.

Relaciones Personales
Le llamaré así al conjunto de relaciones con otros, y en un apartado distinto al trabajo pues son relaciones que trascienden lo laboral. Acá el año fue desastroso. En mi vida había visto tanta gente venir y salir de mi vida en tan corto tiempo. Quizás lo más chocante haya sido que la que yo creía mi mejor amiga (que incluso mencioné en algún tema anterior en este mismo blog) se alejó completamente de mi. Las razones darían para todo un tema. Fue una persona muy especial en momentos muy cruciales de mi vida reciente. Mi error: era mi ancla, mi salvavidas y mi único contacto con el "mundo normal". Ella sabía de mis problemas y siempre trató de ayudar, de invitarme a hacer cosas para que yo dejara mi conformidad y me atreviera a salir al mundo. Incluso por medio de ella conocí a un par de chicas que en su momento me atrajeron. Cuando ella se alejó, todas las personas que conocí gracias a ella también desaparecieron. Del resto, no vale la pena contar nada, quizás decir que en medio de mi soledad quise buscar una pareja y sólo hubo fracasos. Incluso tuve un par de citas que quedaron en eso: una cita, y se acabó y no hubo segundo encuentro ni más comunicación. Quizás no soy gusto de nadie (talvez la inseguridad, la frustración y los miedos se me salen por los poros), quizás es el destino. La verdad de las cosas es que no sé las razones y da igual si el resultado es el mismo: otro año más en soledad.

Mi Evolución
Como dije al principio, fue un año en que me atreví a hacer cosas, a cambiar el status-quo, lo que trajo consigo muchos fracasos y con ellos, dolores y penas. Es difícil levantarse y seguir cuando de todos los intentos no hay un sólo éxito que destacar. Por ahí ha habido cantantes que al no tener éxito como tales se han dedicado a otra cosa. Yo no he tenido suerte en las relaciones humanas, pero si no le pego a eso no sé qué podría hacer. ¿Dedicarme a criar animales? Quizás debería criar mascotas o dedicarme a la jardinería o a esto de escribir. Muchas veces durante este año pensé seriamente que morir era una opción. Pero no soy tan egoísta y no podría causarle un dolor tan tremendo a mi núcleo familiar. Si a veces a mí no me importa existir, sé que a ellos sí les importa que yo exista, y eso es razón suficiente para seguir viviendo (o sobreviviendo), aún cuando cada día tenga su cuota de dolor y frustración.

Después de que mi amiga desapareció de mi existencia, cai en depresión. Como resultado, visité a mi siquiatra y tuve que añadir otro antidepresivo a mi dieta diaria. Y así estoy, tomando 170 mg de químicos que me mantienen con ganas de seguir adelante.

Últimamente he estado luchando por cambiar la perspectiva de las cosas y creer que este año fue sólo prueba y error, que los fracasos son parte de la vida (sí, aunque se repitan incesantemente sin parar) y que en algún momento la historia tendrá que cambiar. Creo también que lo que he vivido este 2008 ha sido consecuencia de un largo tiempo de fobias, y que el resultado desastroso debe parecerse mucho a intentar jugar todo un partido de tenis en pésimo estado físico. Quiero pensar que, como me dijo una lectora por correo electrónico, esto de las relaciones sociales es como un músculo que si no se ejercita se atrofia, y que yo recién empiezo a entrenar, por lo que los resultados probablemente tarden en aparecer.

Así es que no sé si recomendar o no esto de "tratar". Sólo sé que a mí no me parece quedarme sentado mientras la vida pasa a mi lado. Quiero cosas, quiero saber desenvolverme, quiero saber conquistar. El asunto es que no sé cómo. Aún así, sigo intentando, entre prueba y error, esperando que en algún momento tendré una linda historia que contar acá.

A todos ustedes les deseo lo mejor para el año que se nos viene. Si quieren cambiar, inténtenlo. Se pasa mal, se sufre y todo, pero es mejor sentir que vivir en letargo. Sigo pensando que se puede, aunque cuesta montones.

domingo, 16 de noviembre de 2008

Groundhog Day

sad_dog_by_anapires

No sé por qué las personas que saben mi "condición" nunca comprenden o parecen entender que no existe una salida simple a todo este asunto. Como si hacer amigos fuera para uno cosa tan sencilla.

Mi vida es la misma desde hace mucho tiempo. Podría resumir años en una sola semana. Hay una película de Bill Murray ("El día de la marmota" - Groundhog Day), donde el personaje, que es un tipo que lee el tiempo en televisión, se ve de pronto atrapado en el mismo día, todos los días. Despierta en las mañanas sólo para darse cuenta poco después que vivirá las mismas experiencias del día anterior. Al principio parece divertido, pero tras aprenderse casi de memoria todo lo que va a ocurrir cae en la desesperación. Mi vida es como esa película. Mi existencia es un rotativo de cosas que me permite saber casi a ciencia cierta que la semana próxima, y el mes que viene y los años que me quedan seguirán siendo como el día de hoy. Y si hoy hubiese sido un día para recordar, estaría satisfecho, pero no lo fue. Ni ayer, ni la semana pasada, ni el mes o el año anterior.

Las cosas no cambiarán porque tengo que cambiarlas yo. Y es tan simple como que NO SÉ CÓMO HACERLO. No sé hacer amistades, no sé conservar amigos, no sé llegar al sexo opuesto ni sé siquiera qué cresta hago vivo. Es por eso que siempre declaro, convencido y sin atisbo de dudas, que seguiré de la forma en que estoy hoy (y ayer y mañana), solitario en mi hogar, sin más compañía que algunas mascotas, sin más historias que aquellas que mi propia fantasía logra elucubrar. No habrá familia ni hijos, no habrá alguien por quien vivir.

Así resulta insoportable la conciencia del propio existir, la carencia de sentido del estar acá, la falta de ganas de hacer nada y la falta de esperanza de que todo cambie. Porque el cambio tiene que venir desde donde no hay punto de partida, donde no hay nada a qué echar mano para salir del abismo.

Y por si fuera poco, el entorno tampoco sirve de ayuda. Las personas no saben o no quieren colaborar. Es cierto, mi problema no es el de ellos y no tendrían por qué extender una mano, y eso empeora las cosas. Durante muchos años he tenido la oportunidad de conocer personas, incluso de conocer mujeres a las que me he sentido fuertemente atraido, sólo para confirmar el miedo de siempre: que giren y me den la espalda, para no encontrarlas nunca más. Tengo la extraña virtud del rechazo y la traición. Rechazado cientos de veces y traicionado otras tantas. Amistades a las que les entregué todo, para que luego voltearan como si nada, echándome al olvido. En fin, la experiencia sólo me confirma que no sirvo para estar en sociedad, y que realmente sería mejor si viviera confinado en un rincón de la tierra, sin contacto con gentes de ningún tipo, donde no me sienta observado o cuestionado, donde pueda quejarme de mi soledad sin que a nadie le moleste, donde pueda putear a Dios sin que nadie se sienta ofendido, como si hubiese alguien a quien culpar. Al menos tendría la libertad de darme por vencido sin herir a nadie, de tirar la toalla por fin sin antes pensar que podría destruir la vida de unos pocos que, pese a cómo soy, todavía me quieren, aunque no sepan cómo ayudar y crean que esto que tengo va a pasar algún día.

Quizás todavía estoy acá por la esperanza de ellos, porque yo no tengo ninguna.

viernes, 17 de octubre de 2008

Hubiese querido...

...Actuar sin pensar.

Hacer cosas sin medir las consecuencias. Embarcarme en proyectos sin considerar si tendrían éxito o no.

 

...Alabar sin ser alabado.

Reconocer en los otros la capacidad que yo no tengo. Felicitar por logros que nunca obtendré, sin envidias, sin pena, sin rencor.

 

...Admitir mis errores.

Sí. Sin darle mil vueltas al por qué me equivoqué o cuántas veces me equivoqué en lo mismo.

 

...Invitar sin esperar un sí.

NUnca sabré qué me perdí o qué dejé de hacer, por el temor de preguntar. Quizás ya conocería  Roma, o París. Quizás ya tendría hijos, quizás ya tendría fortuna.

 

...Actuar sin observar.

Porque observando conoces desde tu perspectiva, pero involucrarse significa ver desde otro ángulo, del lado inseguro, del lado que nos enseña.

 

...Vivir en paz.

Porque sólo así mueres de la misma forma. Pero la fobia no te deja. Maldita fobia, maldita muerte.

martes, 14 de octubre de 2008

Invitación

Hace poco una lectora me propuso una genial idea: armar un grupo de trabajo, algo así como un grupo de terapia, para que nos ayudemos en la superación de nuestros temores.

Si algo he aprendido en todo este tiempo es que esto sí se puede superar. Sólo basta tener las ganas y rodearse de gente que quiera ayudar. Yo tengo las ganas, las tengo desde hace tiempo, y si bien he tenido tropiezos y muchas desilusiones, nunca me daré por vencido.

hands2

Pues la invitación es a eso, a que nos atrevamos a hacer un grupo y compartir nuestras penas, pero también nuestros logros. La idea va tomando forma, pero por ahora baste con extender la invitación a quien se quiera unir.

Acá no hay lucro ni nada de eso. Sólo con el afán de prestar y recibir ayuda a través de lo que quizás más nos cuesta: la comunicación. El único requisito es estar relativamente cerca de Santiago (Chile), que es desde donde escribo y es donde vive también quien plantea esta gran idea.

Si estás intersado/a, envíame un correo a elpeordelosmiedos@gmail.com.

Ojalá que esto prenda :)

martes, 22 de julio de 2008

Todo a negro

Debo decir que me he visto tentado a cerrar este espacio en innumerables ocasiones.}
La única razón que me impide hacerlo es que siempre encuentro comentarios de personas X, que no conozco y probablemente jamás conoceré, que de alguna manera se benefician de lo que escribo. A ellos, a ustedes, agradezco, porque si no tuviera visitas o no tuviera comentarios, la historia sería distinta.

La idea del cierre tiene mucho que ver con mis vías de escape. Tiene que ver con mis ganas de arrancar, de perderme en alguna parte donde nadie me conozca. De comenzar de cero (una vez más). Lo he hecho tantas veces y tantas veces ha parecido dar resultado. Hasta que, claro, hay que dar vuelta la página otra vez.

Hace varias semanas que vengo sintiendo esto, de que se me ha ido todo a negro, de que tengo que dar vuelta la página. Pero, y no sé por qué, eso significa borrar todo. Dejar bajo la alfombra todo lo que existe hoy, absolutamente TODO.

A veces siento que nada vale la pena. No sé si así serán las ideaciones suicidas, pero siento que nada importa. Obviamente, es una opinión subjetiva. Alguien puede venir y decirme "pero si la vida es tan linda", y su juicio tiene mucho que ver con la forma en que esa persona ha vivido su porción de vida. Me creo en el justo derecho de decir: "ven y vive la mía y vemos si sigues con tu opinión". Quizás me gustaría tener las oportunidades que otros han tenido (esos otros que valoran su existencia) para ver si tengo una opinión distinta. Pero no es así.

Todo se vino a negro, hace rato. Hace algún tiempo comenté cómo era que sentía estar en una suerte de "despertar", saliendo de las fobias, para encontrarme desterrado y solo, con ganas de recuperar el terreno que ya se perdió, pero sin éxito. Esa conexión no logro hacerla y las personas que me conocen y saben de mis problemas tampoco la entienden. He llegado a un punto en que ni eso me importa. Estoy de a poco volviendo a la burbuja, sin que nadie se entere de qué pasa por mi mente, porque no conozco a nadie, A NADIE, que esté dispuesto a escuchar sin juzgar, a ayudar con empatía en lugar de juicio, a estar "a pesar de". En ese sentido, no tengo amigos, ni uno solo. Para mí no existe ni el amor ni la amistad. Así de duro, pero así de real en mi circunstancia. Quizás haya quienes puedan decir que hay alguien que los apoya. En mi caso, nadie.

En estas condiciones de soledad, uno empieza a pensar (a diario) en morir. Yo no solamente lo pienso, lo sueño a menudo. Sueño que muero, aunque ninguno de estos sueños ha sido placentero. En ninguno de ellos encuentro paz y eso me asusta. Porquee no es que quiera matarme, es solamente que a veces pienso que la muerte me ronda y que en cualquier momento voy a tener un accidente fatal. Suelo andar en bicicleta y ya he tenido dos accidentes en que un vehículo me ha tirado al suelo. No sé si contaré la tercera. De verdad, no quiero quitarme la vida (más por una convicción filosófica que por otra cosa), pero a veces creo que morir no sería mala idea.

miércoles, 2 de abril de 2008

Cuando el alta no es suficiente

Cuando tengo tiempo libre suelo pensar demasiado. Debe ser mi naturaleza, el dar vueltas a las cosas, descubrir los porqué y buscarle un sentido a cada suceso que vivo.

Últimamente he caido en la cuenta de que estoy muy solo. Tras varios meses de haber recibido mi alta, me hallo solitario y triste. Si bien es cierto que nunca he tenido muchos amigos, hoy esta situación me incomoda. Antes no le prestaba mucha atención. Más bien ignoraba mi soledad, sabiendo que era cómodo no tener que enfrentarme a ese mundo que me atemorizaba. Hoy, en cambio, con ganas de hacer cosas, me doy cuenta de que no tengo con quién hacerlas.

Entonces, con el tiempo de que dispongo aprovecho de pensar. La siguiente comparación parecerá exagerada, pero estoy seguro de que nadie más que no haya pasado por lo que vivo podría comprenderla y considerar que es una analogía muy acertada. Salir de una fobia como la fobia social debe parecerse mucho a estar encerrado durante muchos años en una prisión y salir en libertad.

Vivir con fobia social es estar privado de libertad, de la libertad para hacer amigos e interactuar con el entorno social. Quizás la gran diferencia es que la fobia es una celda que no han impuesto otros, sino que está ahi, con sus rejas, desde que no te acuerdas cuándo, pero que nadie ha construido más que el cúmulo de vivencias del fóbico social.

Según esta analogía, podría considerar mi alta como la obtención de mi libertad. Sin embargo, de la misma forma en que un ex convicto no logra insertarse en el sistema, el fóbico social tampoco logra entrar en la vida social. En ambas situaciones, creo que se debe al entorno que no se pone en los zapatos del que acaba de salir al mundo. En ambos casos, es el ex convicto el que tiene que luchar por encontrar el camino a la reinserción social.

Superar la fobia social u obtener el alta del sicólogo (es posible que no se trate de lo mismo), no basta para gritar victoria y creer que no hay daños colaterales.

En mi caso, siempre estuve bastante aislado, solamente que ahora eso molesta demasiado. Hubo un tiempo en que podían pasar meses en que yo no hiciera más que mi rutina de estudios o trabajo, sin ningún contacto social en los ratos libres, situación que, como ya indiqué más arriba, me acomodaba. Era más fácil ignorar lo que me sucedía que dar el salto y enfrentarme a los miedos y las crisis de pánico. Los daños colaterales que mencioné consisten en que esta comodidad implicó no desarrollar relaciones sociales. Entablar una amistad para una persona puede ser lo más natural del mundo. Para un fóbico social es, en cambio, un muro demasiado alto para saltar. Ya que las analogías funcionan cuando se trata de explicar algo, digamos que sería como escribir con la mano izquierda para alguien que es diestro: resulta demasiado complicado y el resultado es digno de risa.

Pues eso, acá estoy, después de varios meses de recibir mi alta y tan solo como antes de obtener esa noticia. Creo que no podría haber puesto mejor nombre a este blog que aquel que tiene. La fobia social es sin duda el peor de los miedos. Es el miedo al miedo, es el miedo a lo que necesitas para sobrevivir en el mundo: relaciones sociales. Es un miedo que trae daños colaterales que subsisten mucho después de que crees haber superado la fobia.

domingo, 10 de febrero de 2008

San Valentín

Hace ya un tiempo que no me pasaba por acá. Bueno, si creéis que me he dado la gran vida después de obtener mi "alta", lamento desilusionarlos... He tratado, sí, pero de ahí a ser gran vida, no.

Pero vamos al grano. Hoy me han dado ganas de escribir sobre esto de San Valentín, Día del Amor, Día de los Enamorados, o como queráis ponerle.

Yo creo ser un tipo con suerte (variable, por cierto.. a ratos he tenido de la buena y a ratos de la mala, quedándome, muy a mi pesar, en esta última racha por demasiado tiempo) y digo esto porque puedo decir que he tenido relaciones de pareja estables. Ahora no hay nadie a mi lado (románticamente hablando), y es una situación que se ha sostenido en el tiempo durante varios y largos meses. Aún así, y pensando en esto de San Valentín, caí en la cuenta de que no recuerdo un día del amor con una pareja a mi lado. De verdad que no. Quizás tengo la extraña capacidad de bloquear los buenos recuerdos (porque imagino que un día del amor debería ser un buen recuerdo), pero lo cierto es que no tengo memoria de haber pasado un 14 de febrero con alguien a quien saludar y de quien recibir un saludo.

En fin, no es gran cosa. A fin de cuentas esto del día del amor, igual que la Navidad y los demás días "especiales" del año, no es más que una jugada del comercio para hacernos gastar nuestro dinero y quedarnos tranquilos pensando que cumplimos. Porque si nos ponemos a pensar (en serio), no nos costará concluir que en una relación de pareja el amor se debería demostrar a diario, y que todos los días es una oportunidad para exteriorizar ese amor que decimos sentir hacia el otro. De hecho, comprar flores antes del 14 de febrero resulta mucho más económico que hacerlo el día ya señalado. Entonces, vamos, que es mucho más conveniente demostrarse cariño los otros 364 días del año que hacerlo justo cuando a todos se les ocurre. Incluso, me atrevo a decir, hacerlo cuando no se espera (cualquier día que no sea catorce de febrero) da hasta mejores resultados.

Para un fóbico social, esto de celebrar el día del amor es tan extraño como la Navidad para un musulmán. Ser fóbico social y tener pareja es casi un milagro y, al menos yo, nunca logré, creo, extender el milagro hasta el día de San Valentín. Pero insisto, no debemos caer en el juego del comercio y sentirnos peor el 14 de febrero, solamente porque los medios nos bombardean con mensajes que, a fin de cuentas, se reducen a: "COMPRE, gaste su dinero este 14 de febrero, porque es EL día para declarar amor". Insisto, el amor se declara a diario y no hay un día especial para hacerlo. O se hace a diario o mejor pensamos que ese amor no durará mucho más.

Así que, fóbicos sociales (solteros y solteras) los invito a pensar en el 14 de febrero como cualquier otro día. Será verano para algunos, invierno para otros, pero es otro día más en el calendario. No tienes pareja, y no importa. Los planetas no se han alineado para que ello ocurra, pero es lo de menos. Lo importante es que cada día, incluso el 14 de febrero, es un día más para buscar ser mejores personas, para desafiarnos y dejar atrás este fantasma que yo insisto en llamar "el peor de los miedos".

Un abrazo a todos.