martes, 24 de octubre de 2006

Hoy me quedé sin almorzar


Entre las muchas cosas que no tolero está almorzar solo. En realidad, la ocasión del almuerzo es una dificultad casi en sí misma, ya que también me cuesta almorzar acompañado (la incomodidad es inversamente proporcional a la cantidad de comensales), pero extrañamente (como si todo esto ya no fuera extraño en sí mismo), almorzar solo me incomoda mucho más que almorzar con otra persona. Sí, tanto que soy capaz de no almorzar, como hoy.

Lamentablemente, mis ganas de almorzar acompañado varían diariamente. Pueden haber días en que la incomodidad no es invalidante y logro salir a almorzar con una o más personas. Afortunadamente, así es la mayoría de las veces. Sin embargo, en otras ocasiones esa sensación de angustia es tan fuerte que prefiero quedarme en la oficina y ordenar algo por teléfono. Es muy posible que por esto no tenga una compañía definida para almorzar. Almuerzo con distintas personas, aunque hay colegas con quienes jamás he almorzado.

Desde un tiempo a esta parte he estado almorzando con M. M es una colega con mucho menos tiempo en la empresa y con quien se ha dado una química muy especial, reforzada por el hecho de que tuve que capacitarla desde su primer día. En todo este tiempo es ella quien me ha pedido que almorcemos juntos (para un FS como yo, invitar a almorzar es una misión imposible). A veces lo hacía y cuando no, yo salía con los colegas de siempre. El asunto es que en las últimas semanas hemos estado saliendo todos los días. Hasta hoy. Al llegar la hora de almuerzo sencillamente se levantó de su puesto y salió. Aquellos colegas de siempre tampoco me avisaron que salían a almorzar y, en resumen, me quedé sin invitación a comer. Me dio rabia, pero también sentí impotencia por ser incapaz de salir solo. Cuando M volvió, me preguntó si todavía no salía a almorzar y por qué. En mi cabeza la respuesta era "porque no me dijiste que fuera contigo", pero mi lengua respondió "saldré en un rato más si es que me animo".

No le dije nada. Guarde silencio y en el resto de la tarde no volví a conversar con ella. Solamente respondía escuetamente a sus intervenciones, muy distinto a lo usual en que ella dice algo y yo contesto con otra cosa que siempre saca alguna sonrisa o celebración de su parte. No salí a almorzar y apenas pude ir a comprar un sandwich que me hiciera olvidar el apetito que tenía a esa hora.

¿Debería haberle dicho, cuando ella iba saliendo, si acaso almorzábamos juntos? ¿Debería haberme unido a los colegas de siempre? ¿Debería haber almorzado solo? Sin duda, cualquiera de estas tres alternativas eran válidas, y probablemente sencillas de realizar, pero para mí han sido, al menos hoy, una misión imposible.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

hola. Yo casi cada día almuerzo fuera de casa y la mayoría de las veces sola. Al principio me costaba mucho y no me apetecía nada,incluso compraba un sandwich de máquina y me lo comía en algun rincón. pero me he acostumbrado a ir sola a una cafetería muy concurrida y lo llevo bien, aunque siempre va mejor tener a alguien (tampoco que sean muchos comensales). Ánimos.

Isabel Bertossi dijo...

Yo creo que ella salió porque tenía algo que hacer. A veces –los muy tímidos o fóbicos- nos creemos el centro del universo y no nos damos cuenta que las personas tienen cosas que hacer aparte de estar pendientes de nuestra existencia. Lo que no entiendo es como siendo fóbico podes trabajar, pero no podes ir a almorzar solo. La próxima vez, aunque te cueste muchísimo, te aconsejaría que intentes almorzar solo. No es tan grave ni tan malo hacerlo. El tema es como animarse. Yo he almorzado en algunas ocasiones sola y a decir verdad, me he sentido mejor. Ya que había superado ese pánico que tenemos los tímidos a hacer cosas solos y sin compañía de otros.
Mucha suerte y te seguiré leyendo.

New-B dijo...

Hola. Lo de almorzar solo ya lo intenté antes y no es lo mío. Me incomoda mucho más pues siento que todo el mundo me observa. Si voy con alguien me siento observado de todas maneras, pero tengo una distracción al menos, siempre que la compañía sea un colega en quien tenga cierta confianza, sino sería lo mismo que ir solo.

Isabel, lo de trabajar, bueno me costó bastante pero donde estoy ahora ya llevo más de tres años (¡¡ni pensar en cambiarme de trabajo!!) y esa antigüedad me hace sentir seguro. Sí tengo rollos en la oficina, de todas maneras, pero no son tan fuertes como para hacer que me rinda. Con lo de salir a almorzar o a cenar, ya es otro cuento.

Gracias por sus comentarios :)

Anónimo dijo...

lo mejor es exponerse a las situaciones que te ponen incomodo. y hacerlo tantas veces hasta que uno se acostumbre.

todo esto acompañado de pensamientos en positivo.. si pensas que te va a ir mal pues no esperes otra cosa..