miércoles, 4 de marzo de 2009

Nueva Dirección

Estimados lectores,
Decidí cambiar el blog de plataforma. Ahora me pueden hallar en Wordpress.
El nuevo link es:

http://fsocial.wordpress.com

También decidí cambiar el nombre del blog, que ya no es "El peor de los miedos", sino "(sobre) vivir con fobia social".

Por favor, actualicen sus bookmarks. Este sitio permanecerá abierto durante un tiempo, pero luego lo cerraré. En el nuevo sitio encontrarán todos los artículos y sus comentarios, de modo que nada se ha perdido.

Gracias y nos vemos en Wordpress.
Saludos,
Sergio

viernes, 20 de febrero de 2009

Los dos caminos

Frente a las circunstancias adversas de la vida existen dos perspectivas importantes y opuestas a la vez: caer y no levantarse o caer y levantarse. Para ser más drásticos, lo malo que nos ocurre en la vida, específicamente a los fóbicos sociales, puede llevarnos a vivir en depresión o a luchar con esperanza.

No quiero filosofar al respecto, solamente quiero dejar por escrito lo que cruza por mi mente y que es producto de mi propia experiencia con la fobia social y sus consecuencias.

En mi caso, la fobia no me ha impedido vivir cosas que para la mayoría de los FS parecieran ser incluso logros. Soy un hombre aparentemente "realizado" en ese sentido: fui capaz de terminar una carrera en la universidad, fui capaz de tener amistades, incluso parejas, sé lo que se siente hacer el amor con la mujer que se ama, tengo un trabajo estable hace más de seis años y puedo andar por la calle sin miedo o vergüenza de sentirme observado. Mi problema siempre ha estado en las expectativas, en las propias y en las que creo que los demás puedan tener de mi.

Hasta hoy, toda mi vida ha girado en torno al temor relacionado con las expectativas. Fracasé en todas mis relaciones de pareja por el temor que me causaba no estar a la altura, de no ser capaz de ser el hombre correcto para quien tenía a mi lado. Siempre creí que había alguien mejor que yo y que, por lo tanto, no merecía estar con las mujeres que amé. El problema de las expectativas se ha reflejado en todos los ámbitos de mi vida, pero es aquí, en el tema de las relaciones de pareja, donde me ha tocado más fuerte. Y hoy, como una espina, me duele otra vez.

pareja

Ya dije que frente a las malas circunstancias hay dos salidas. Créanme que conozco ambos caminos. Durante mucho tiempo estuve sumido en una horrible depresión. Afortunadamente, mis depresiones siempre han sido reactivas y la última no fue la excepción. Hasta que tomé la decisión de cambiar la actitud, y me ha ido bien. Me apunté a un gimnasio, al que asisto regularmente porque la sensación de libertad y placer que aparece luego de terminar la rutina es realmente impagable. Puedo decir con propiedad que llevo más de cuatro meses de sentirme bien, a pesar de las circunstancias.

Y valga la aclaración, porque cambiar la actitud no es la solución definitiva. Quizás sea un paso hacia un objetivo, pero no basta con andar sonriente por la vida si las cosas parecen no cambiar en absoluto. Sigo siendo el mismo hombre solitario que he sido desde hace tres años, mientras a mi alrededor la gente parece seguir el curso "normal" de las cosas: parejas que se conocen, se enamoran, se proyectan, tienen hijos y arman un hogar. Tal parece el curso normal a los treinta y tantos. Mi existencia está ajena a eso, no por decisión sino más bien por consecuencia. E insisto, es una espina que me duele todos los días. Podría estar sumido en la depresión, pensando en lo desgraciada que es mi vida social y emocional, pero de qué sirve. Si bien el otro camino no me ha ayudado a conocer a alguien con quien pueda crear un proyecto de familia (sí, soy tradicional y me gustaría tener mi propia familia algún día), me ha permitido sentirme bien, quererme, pensar lo mejor de mí mismo y creer que esto que vivo no tiene por qué ser eterno.